IGLESIA DE SANTA ANA





Información:

La iglesia se encuentra situada en el paraje denominado Los Ventorrillos enclavada en los terrenos que pertenecieron a la finca denominada La Almazara, pues en ella se prensaba la aceituna y además se fabricaba pimentón, cuyos dueños cedieron el terreno para la construcción de la primitiva ermita. Cuando se formó la parroquia de Pozo Estrecho perteneció a ella, pasando a parroquia propia en 1913 junto con la ermita de La Guía, siendo su primer cura rector Manuel Guillén Sánchez, que administró en ese año por vez primera el sacramento del bautismo a Antonio Ambrosio Barrio Ávila, asistió a la primera fallecida Josefa Tardido Ferrer y casó a José Nieto García y Ana María Navarro Pérez.

La primera referencia que conservamos en nuestros apuntes es el fallecimiento el 4 de mayo de 1908 de Blas Marín, anciano virtuoso y venerable sacerdote que por espacio de 30 años estuvo encargado de la ermita.

En los primeros días del año 1952, durante la romería que con motivo del traslado de la Virgen de Fátima desde la finca Lagosi a la ermita, se efectuó la bendición de una imagen de Cristo Crucificado por el sacerdote José Galindo Pérez.

Entre los años 1968 y 1971 se llevó a cabo una reconstrucción del edificio. A la arquitectura del edificio, de sencilla planta rectangular, en su entrada principal se le ha adosado la torre campanario de tres plantas y el bajo sirve de atrio. A través de varias vidrieras situadas en la fachada y el lienzo oeste recibe abundante luz en su interior, que iluminan con naturalidad las imágenes del Crucificado y la titular que reciben culto en el altar mayor.

La primitiva ermita de Santa Ana, hoy convertida en iglesia parroquial conjuntamente con la ermita de La Guía, figura en el Anuario de la Diócesis de Cartagena de 1996 a cargo de párroco de El Albujón, en la Zona Pastoral de Cartagena, Arciprestazgo núm. 14: Zona Norte, parroquia núm. 113. Hoy bellamente remozada entre los años 1968 y 1971, su planta es rectangular de 16 x 12 m sobre la antigua ermita que en el mismo lugar existió. Superpuesta a la fachada principal se ha construido una torre de planta cuadrada y quince metros de altura, donde de sitúan el atrio de la iglesia y en la tercera y última planta el campanario. Dan luz al edificio tres vidrieras de colores con dibujo, situadas en el muro izquierdo, así como cuatro vidrieras móviles, también de colores con dibujo de cruz latina, situadas dos en la fachada principal y dos a ambos lados de la torre.

En el altar mayor se encuentran las imágenes de Cristo Crucificado, Santa Ana, la Virgen de la Caridad y el Sagrado Corazón de Jesús, esta última donada por José García Cotanda en 1942. En el muro de la derecha se encuentran las imágenes de la Inmaculada, restaurada por S. Morales y Azcoitia en 1982, y Cristo Crucificado. En el muro de la izquierda y muy próximo a la entrada se encuentra la imagen de la Virgen de Fátima.
Resumen del libro "Los pueblos de Cartagena" de Juan Antonio Gómez Vizcaino








Ya tocaba dedicarle un artículo a la localidad de Santa Ana, como en cierta ocasión me reprochó amigablemente el fotógrafo Pepe Albaladejo, quien allí mora. Pero comenzaremos por el principio. Santa Ana, como todo el mundo sabe, es madre de la Virgen María y abuela de Jesús de Nazaret. Conocemos algunos datos de su vida por un evangelio apócrifo, es decir, no reconocido oficialmente por la Iglesia, el llamado Protoevangelio de Santiago. El término Proto significa que relata historias anteriores al nacimiento del propio Jesu-Cristo. Efectivamente, este texto cuenta que estaba casada con Joaquín, formando una familia acomodada pero sin descendencia. Joaquín oró y ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches rogando a Dios que le concediese un hijo. Por fin, un ángel se les apareció para anunciarles que Ana sería madre. Tuvieron a María, Miriam o Mariam, que desposó con José cuando era una niña de doce años.
Hay pueblos y ciudades que la tienen como patrona en Alemania, Austria, Canadá y en España, pero menos son los que además la llevan en su nombre. Casos encontramos en México, Costa Rica, El Salvador, Venezuela y en Cartagena: nuestra Santa Ana.
Juan Antonio Gómez Vizcaíno, recogiendo una sugerencia del profesor García Martínez, aventura que posiblemente el topónimo de nuestro vecino pueblo provenga del culto a esta santa porque en Cartagena existió una gran devoción por ella, como revela la fundación en 1541 del hospital benéfico municipal, situado en la plaza mayor, bajo su advocación. Se celebraban fiestas solemnes en su honor, asistiendo la Corporación, las cofradías y los vecinos. La imagen de Santa Ana era llevada en andas desde el callejón de Santa Ana, hoy calle de los Bodegones, seguía por el callejón del Coliseo, calle Mayor y plaza de Santa Catalina. Toda esta celebración concluyó en 1820, año en que desaparece el hospital y su templo.
La II República trajo cambio en las denominaciones de calles y de poblaciones, adoptando el Ayuntamiento de Cartagena el acuerdo el 14 de julio de 1937 que el pueblo de Santa Ana pasase a llamarse Leopoldo Alas (1852-1901). Se rendía homenaje a este escritor y catedrático de Economía Política, de ideología progresista y republicana, que firmaba con el seudónimo Clarín, autor de una de las obras cumbres del castellano 'La Regenta'. Tras la guerra civil volverá a su antiguo nombre.
La primera noticia escrita que refiere la existencia de un grupo de casas llamadas Santa Ana fue en el año 1683 y también sabemos que en 1715 contaba con 168 habitantes, ascendiendo a 320 en 1771. Por esa época eran apellidos frecuentes por estos pagos Rosique, Conesa, Martínez, Sánchez, Montesinos, Vidal y Carrión. La población ha ido en aumento alcanzando la diputación, que incluye núcleos como los Ventorillos, Los Piñuelas y Molino Derribao, la cifra de 2.488 y 154 extranjeros, según datos municipales correspondientes a 2012.
Tenemos noticias de la existencia de la ermita en 1790, perteneciente a la parroquia de Pozo Estrecho, aunque Andrés Nieto en su obra 'Santa Ana en su historia' propone que su construcción pueda datar de mediados del siglo XVI, sobre 1650. La tradición oral narra que la vieja ermita se erigió en los terrenos de la finca La Almazara, siendo la esposa del dueño quien más influyó en esta donación porque tenían una hija casada que nos les había dado nietos. Su propósito era dedicarle una ermita para solicitar el auxilio de Santa Ana, la patrona de las embarazadas y las mujeres estériles. Su elevación a parroquia se produce el día 20 de abril de 1913. Podemos apreciar aún fotografías del templo cuando contaba con una hermosa galilea, un pórtico o atrio techado de entrada, con tejado a dos aguas, que lamentablemente fue eliminado en la reforma de 1950. No sería mala idea recuperar este elemento arquitectónico cuando la situación económica así lo permita.
Muy cerca encontramos el molino de sacar agua conocido como el molino de La Cerca, restaurado con fondos europeos y reinaugurado en el año 2000, recibiendo desde entonces la visita de numerosos escolares y turistas. A esta empresa feliz contribuyeron mucho los esfuerzos del entonces concejal Enrique Pérez Abellán, la asociación de vecinos y en especial el vecino Cayetano Pagán, ya fallecido.
Otro lugar singular y que conocemos por Andrés Nieto, del que ya apenas quedan vestigios, aunque sí testimonios gráficos, era una torre de muros gruesos con una galería subterránea, de 12 metros de larga por unos 1,80 de alta y 3,20 de ancha, de la que parten otras galerías laterales. Aventura Andrés que esta construcción podría ser contemporánea de la desaparecida torre árabe de El Albujón, del siglo XIII. Algunos autores de época musulmana nos describen un campo cartagenero con norias, huertos frondosos y casas torre fortificadas para defenderse de los peligros, entre ellos los cristianos. Lamentamos que la falta de conciencia acerca de nuestro patrimonio cultural material e inmaterial nos llevara y nos siga llevando por caminos perniciosos de barbarie. Estas torres y galerías han servido posteriormente de defensa de cuantas guerras y pillajes han sobrevenido a los aldeanos del lugar. En una llanura, como corresponde a nuestra comarca, la mejor defensa es esconderse bajo tierra, ya que no existen masas boscosas ni cordilleras importantes

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